Aquella casa se alzaba entre los árboles retorcidos del bosque, con sus ventanales rotos y su silueta afilada bajo la luz de la luna. Aunque el tiempo no la había tratado bien por fuera, algo en su interior seguía latiendo, esperando.
Eli se despertó al oír el timbre. Un sudor frío recorría su cuerpo, su corazón galopaba. Se puso las zapatillas y salió a abrir la puerta. Era su amiga Ross.
—Buenos días, Eli.
Eli estaba blanca como el papel.
—Hola, Ross. En nada me visto... He vuelto a tener ese sueño extraño, parecía tan real.
—Parece que ha sido bastante perturbador.
—Sí. Tiene relación con esa casa abandonada que hay en el bosque. He soñado que me levantaba sonámbula y me dirigía hasta esa extraña casa, entraba en ella y subía hasta la biblioteca, como si supiera exactamente adónde iba. Abría un cajón y encontraba una brújula antigua. Dentro había una nota que decía: “Sigue tu instinto y encontrarás las respuestas. Esta brújula te ayudará a encontrar el camino.”
En ese momento me he despertado empapada en sudor y con la respiración agitada. Bueno... voy a vestirme, supongo que le doy demasiada importancia. Solo ha sido una pesadilla.
Eli fue a su dormitorio y sus ojos se abrieron de par en par, reflejando su asombro. Encima de la mesita estaba la brújula de su sueño. No pudo evitar preguntarse:
¿Había sido un sueño, o quizás se trataba de un viaje astral?
Eli se acercó a la mesita y cogió la brújula entre sus manos temblorosas. Ross estaba tras ella, sin poder evitar preocuparse.
—Eli... ¿de verdad nunca habías visto esa brújula? —preguntó Ross.
—No, solo en mi sueño. Debemos ir hasta esa casa, Ross. Solo así podré descifrar este misterio —respondió Eli.
En ese momento, su mente era un océano de pensamientos sin control, buscando algo de claridad en medio del caos. Ross dudaba, pero conocía bien a Eli, y cuando tomaba una decisión, era inútil hacerla cambiar de opinión.
—Está bien, iremos esta tarde. Espero no arrepentirme —dijo Ross.
Ambas se dirigieron al bosque. Ya estaba anocheciendo. Un olor a humedad impregnaba el ambiente debido a la neblina, y el silencio se rompía con el canto de algún que otro búho posado sobre las ramas de esos extraños árboles.
Eli guiaba el camino con la brújula en la mano. Esta emitía un leve zumbido cuando la aguja giraba, y el zumbido se hacía más sonoro conforme se acercaban a la casa.
Por fin llegaron. Estaba igual que en el sueño de Eli: las ventanas rotas, el tejado medio hundido... pero había algo místico en ella, algo latente.
Empujaron la puerta, que chirrió al abrirse. El interior estaba cubierto de polvo; debía estar abandonada desde hacía mucho tiempo. Pero a cada paso que daba, Eli sentía que ya había estado allí.
Subieron las escaleras hasta la biblioteca.
—Es aquí —dijo Eli, señalando un mueble antiguo. Abrió el cajón; para su sorpresa, estaba vacío.
Ross se extrañó, pero Eli se agachó, tocó el fondo del cajón y oyó un clic muy suave. Dentro había otra nota, una especie de acertijo:
"Solo quien recuerda quién fue, podrá saber quién es."
Al leerla, Eli sintió un escalofrío extraño. De repente, se abrió el baúl de sus recuerdos. Cerró los ojos y, como si de una película se tratara, se vio a sí misma de niña entrando en la casa. Escuchaba una voz...
—Eli, no corras. Si te caes, te harás daño.
Era una voz de mujer. Su madre.
—Es mi madre... —susurró—. Pero ella desapareció. Todo el mundo pensaba que se había perdido en el bosque.
La brújula volvió a girar y se detuvo. Esta vez apuntaba hacia la chimenea.
Eli se acercó, como si supiera exactamente qué hacer. Pulsó uno de los ladrillos y se abrió un compartimento oculto. En él encontró fotos, un diario y una carta:
"Para Eli."
Comenzó a leer. Su madre no se había perdido; había tenido que huir, perseguida por un akelarre de brujas que querían la brújula.
Eli podría ser perseguida también, por eso su madre borró sus recuerdos, hasta que estuviera preparada para saber la verdad.
Eli, al igual que su madre, tenía un poder especial: una conexión con otros planos. La brújula era la llave. Eli lo entendió.
—Ya no necesito buscar más. Ella me dejó lo que necesitaba. Ahora sé quién soy y por qué soñaba con esta casa —le dijo a Ross.
Ross abrazó a Eli, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Salieron de la casa y la vieron desaparecer ante sus ojos, como si por fin pudiera descansar.
Salieron juntas del bosque. El misterio no necesitaba resolverse para el mundo. Solo para Eli.
Y por fin lo estaba. Eli sabía quién era, recuperó sus recuerdos y no volvió a soñar con la casa.
Dakota©️
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Relato para el Tintero de Oro. Más relatos Tinteros pinchando AQUÍ 📌
Nota de autor:
- Perdonad porque algunos ya habéis leído la primera parte que escribí para el reto de jueves, por el límite de palabras dejé el final abierto. Y al concluirlo con su final cerrado me ha parecido que quedaba mejor todo entero en lugar de dos partes y con ilustraciones creadas para el contenido. Gracias.