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domingo, 18 de mayo de 2025

Albert Andreu: melodías de una vida

Introducción:


Para Albert Andreu las teclas del piano han sido el puente entre su alma y el mundo. Desde su primer contacto con las notas hasta las composiciones que dan vida a su historia, para él la música no es solo sonido.
Cada melodía que interpreta es un reflejo de sus vivencias, sus sueños y los momentos que lo han marcado. Un viaje musical para expresar lo que las palabras no alcanzan.

"He tenido una vida cuesta arriba y bastante novelesca, 
en mis melodías se intuye lo que hay."  

—Albert Andreu 


El pentagrama de su vida:


Albert no tuvo una vida fácil, pero tenía un objetivo: la música. Así fue superando las espinas del camino, entre notas y pentagramas.

Nació en el año 1978, en el seno de una familia humilde, afincada en L'Hospitalet de Llobregat. El pequeño de tres hermanos, con gran diferencia de edad:

—Mi hermano mayor me sacaba 20 años  me cuenta Albert.

Sus padres dos luchadores incansables:

—Me acuerdo que mi padre pasaba mucho tiempo fuera de casa trabajando, era camionero, un gran hombre, fuerte, luchador, pero de pocas palabras.
Mi madre, ama de casa, siempre se ocupaba de todo con mucho amor y una gran dedicación. Fue mi gran apoyo. Sin ella esta aventura musical no habría sido posible —así lo recuerda Albert.

Tuvo una infancia feliz. Con cuatro años su hermano le regala un teclado y sin haber tocado una tecla antes, comenzó su aventura como pianista. Sacaba todas las canciones de la tele de oído. Algo que sorprendió mucho a todos:

—Fue tal el éxito en la comunidad, que llegué a sentirme un mono de feria, quizás de ahí viene un poco mi miedo a exponerme al público.

En aquella época no se hacían clases de piano en el colegio y su madre lo apuntó a guitarra, pero no tardó en darse cuenta que lo suyo era el piano. Consiguió entrar en la academia dónde inició sus estudios, hasta llegar al Liceo de Barcelona.

Llegaron los 90 y empezó a ser más consciente de los problemas que acontecían a su alrededor. Dificultades económicas, drogas, abandonos, muerte, oscuridad:

—Todo ello afectó mucho a mi familia. Perdimos a mi hermano mediano siendo muy joven y eso nos hundió a todos, pero mi padre no pudo superar la pérdida. 

Tras una fuerte depresión sumado a otros problemas de salud, el padre de Albert falleció. Él se refugió en su piano y descargó toda su rabia y su pena en cada nota. De ahí nació su primera composición: Storm. Más adelante hablaremos con él de sus obras.

Muy joven tuvo que asumir el rol de cabeza de familia, su madre y su hermano necesitaban apoyo económico y de salud. Aparcó sus estudios de piano y la carrera que había comenzado a cursar de Historia para empezar a trabajar en lo que fuera:

—Mi talento artístico quedó supeditado a la necesidad económica. Trabajé de conserje, vendía refrescos en el Camp Nou y me dedicaba a cuidar de mi familia. Afortunadamente pronto pude retomar mis estudios en el conservatorio, hasta que con mucho esfuerzo me licencié.

A partir de ahí Albert empezó a trabajar como profesor de piano, siendo en la docencia donde encontraría su estabilidad laboral y económica hasta el día de hoy. Aunque desgraciadamente la vida le guardaba más tragedias. 

—Tras una larga y dura enfermedad con muchos años de lucha, perdí a mi hermano mayor y muy poco después a mi madre.

Esos años de idas y venidas al hospital, de malas noticias y despedidas dolorosas le marcaron profundamente y fue cuando compuso la mayoría de sus piezas:

—Compongo de forma muy íntima, personal y narrativa, dejándome llevar por el sentimiento y desde mis propias vivencias. Voy sacando pedacitos de melodías que guardo a buen recaudo hasta que son lo suficientemente fuertes, para convertirse en piezas llenas de sentido para mí.

Se inspira en músicos como Giovanni Allevi, Joe Hisaichi, Tiersen y Galdson. Incluso Sakamoto y clásicos como Chopin, Beethoven, Bach o Mozart a quien le hace un homenaje en una de sus piezas.
Así es su música.

—Me dicen que podrían ser piezas para bandas sonoras de películas o series, incluso un poco de anime. ¡Ojalá!

Actualmente su mayor motivación es el apoyo incondicional de su mujer, quien es su refugio y su paz. Siente la ilusión de que sus hijas puedan escuchar su música siempre que quieran, por eso ha decidido que era el momento de desempolvar sus composiciones, grabarlas y enseñarlas a todo aquél que quiera escucharlas y sentirlas. Su mayor miedo ha sido exponerse, no ha sido fácil superarlo. Ha tenido que ser todo un aprendiz autodidacta para grabar:

—He tenido la suerte de encontrar personas en este camino que me han orientado y han colaborado conmigo de forma altruista, para que la gente pueda conocerme un poquito más. Os animo a escuchar mi música a través de mi canal de Youtube: Albert Andreu García. También podéis encontrarme en Instagram: albertandreupianomusic.


Después de este repaso por su vida, solo nos queda explorar esas melodías convertidas poco a poco en piezas musicales, que emocionan, que llegan al alma y al corazón.

El lenguaje secreto del piano:


—Bueno Albert, ahora vamos a explorar cuatro de tus composiciones, y como ya ha sido nombrada anteriormente, comenzaremos con Storm. Cuéntanos todo lo que significa o ha significado para ti.


—Como he dicho anteriormente, esta pieza nació tras la muerte de mi padre, precedida por la de mi hermano mediano. La dureza del momento siendo apenas un adolescente, me llevó a encerrarme en mi piano como bálsamo y empecé a componer por primera vez. Me liberaba.
Cuando la empecé estudiaba "El revolucionario" de Chopin, así que seguramente me influyó mucho en esta pieza, ya que tiene la rabia de Chopin al pensar que sus padres están muertos y quiere reencontrarse con ellos lo más pronto posible.
Aunque sé que mi forma de componer puede ser algo anárquica, mis piezas existen en mi interior antes de componerlas, yo sé cómo tiene qué sonar cada obra desde la primera nota, así que las busco más que las creo, hasta que las encuentro. Y Storm es el resultado de ese caos, de esa rabia contenida por la pérdida, la pena y el vacío. Es una pieza con mucha fuerza, pero a la vez con mucha sensibilidad.


—Me gustó mucho y me emocionó esta pieza desde la primera vez que la escuché, además ya sabes que la compartí con uno de mis relatos, ahora que conozco su historia, quizás me conmovió porque al igual que tú yo perdí a mi padre siendo adolescente, a los 14 años de edad.
Vamos a continuar con Metamorfosis


—Metamorfosis fue una obra catártica para mí. La compuse y la tocaba para sentirme bien. Buscando de algún modo cambios en mi vida, superarme, moverme, salir de ese bucle negativo en el que había vivido, y es que desde muy pequeño supe que mi forma de escapar, de mejorar, de encontrar nuevas oportunidades y crecer era estudiando y a través del piano. Esta pieza plasma la belleza del cambio, la transformación y la evolución. Es emocional, alentadora y optimista. La pieza Reborn también tiene como guía el cambio, pero orientada hacia nuevos comienzos, a volver a empezar tantas veces como sean necesarias.

—Me gusta mucho este recorrido que estamos haciendo por tu música. ¿Qué me dices de Clean?


—Ésta, como la mayoría de mis piezas, fue creada como autoayuda. Como su nombre indica, limpia, limpia todo lo malo para dar paso a lo bueno. Es el equilibrio emocional y la paz interior. Es el cielo despejado que queda tras una tormenta. Es la primavera después de un duro invierno. Es la sonrisa de un niño al ser consolado. Al tocarla siempre me siento despejado, limpio, feliz y ligero, por lo que creo que no podía tener mejor nombre.


—Nos queda otra pieza por explorar, que también me emocionó especialmente, se trata de Your reflection. ¿Qué puedes contarme de ella?


—Esta pieza la compuse pensando en qué es lo que vemos al mirarnos en el espejo. ¿Quién soy? En mi reflejo puedo encontrarme con mis recuerdos de mi niñez, la lucha de la adolescencia o cómo superé algunos miedos. Veo toda la suma de segundos que he podido disfrutar y los que aún me quedan. Me reencuentro con quienes ya no están y veo cómo influyeron en mí. En mi genética, en mi gestos y costumbres, en lo que aprendí de cada uno de ellos. Y aunque haber perdido a toda mi familia directa es mi mayor pesar, mi reflejo me dice que no estoy solo, estoy y soy parte de ellos.
Soy yo, (im) perfecto.


—Solo me queda darte las gracias. Gracias Albert por haberte prestado a colaborar conmigo en este artículo, me hacía ilusión hacer algo así. Se puede decir que te has mostrado a pecho descubierto, contando cosas muy personales tuyas, te has expuesto tal como eres, directo, sensible y muy sincero, algo que hoy en día tiene mucho valor. 

Vamos a recordar tu canal de youtube y tu instagram, te deseo lo mejor y espero que esta colaboración sirva para que más gente te conozca.


—Gracias a ti también Dakota, por darme voz a través de tu blog. 

***** 

Albert ha convertido su vida en melodía, transformando el dolor en armonía y los recuerdos en notas que hablan por sí solas. Hoy, su música es un reflejo de todo lo que ha vivido y de todo lo que aún sueña. 

Pero a pesar de todo lo vivido, Albert afronta la vida con una ilusión inquebrantable y siempre encuentra motivos para sonreír. Tiene el don de ver el lado bueno de las cosas y su sentido del humor es simplemente contagioso.

Solo queda escuchar y sentir el lenguaje secreto de su piano. Os animo a ello.  

jueves, 15 de mayo de 2025

Mi cuento, mis reglas: Cuento 1

Cenicienta Gótica 

Érase una vez, así comienzan los cuentos... todos mis amigos me apodan "Cenicienta gótica", porque mi vida es similar a la del famoso cuento. Lo de "gótica" tiene que ver con mi imagen. Empecemos por el principio.


Me llamo Pamela. Mi padre enviudó hace años y hemos estado solos hasta hace unos meses, cuando contrajo matrimonio con Rebeca, una mujer con la que llevaba un año de relación. Ahora comparto mi existencia con ella y su hija, Clara, mi hermanastra, la cual es todo lo opuesto a mí: una pija consentida que hace un drama si sus zapatos no combinan con su bolso o sus complementos. Para ellas, yo soy la rarita, la oveja negra de esta nueva familia. También soy la lista, la que colecciona sobresalientes y matrículas de honor. Será que el hábito no hace al monje.


Mientras Clara disfruta de la mejor habitación de la casa, a mí me han exiliado a la buhardilla. Es pequeña, pero tiene su encanto: paredes empapeladas con pósters de bandas que nadie en esta casa entiende, libros cuyo contenido las haría persignarse, y vinilos que crujen cuando los dejo girar en mi viejo tocadiscos. Aquí arriba, puedo respirar.


Siempre delegan en mí las peores tareas de la casa, pero lo llevo con dignidad. No me quejo, ni hago ruido. Prefiero robarles pequeños instantes de libertad en lugar de batallas que ya sé perdidas. Si Clara se enfurece porque su champú ha cambiado de aroma, yo me permito celebrar los momentos en que puedo sumergirme en mi música sin interrupciones.


El baile en mi cuento no es un gran evento. Es la cena familiar, el desfile de apariencias, la exhibición de sonrisas forzadas. Y mi zapato de cristal, serían mis botas gastadas: cómodas, fieles, y con más historias que cualquier tacón reluciente de Clara.


Así que Clara puede quedarse con su príncipe azul.


Yo prefiero al lobo de Caperucita, el que no teme mancharse las manos de barro, el que sabe sobrevivir en el día a día, el que se reivindica y no acepta ser la marioneta de nadie.


Y colorín colorado... este cuento ¿se ha acabado?

Imagen creada con ChatGpt


miércoles, 7 de mayo de 2025

Nuevo crecimiento

Autora: Lisa Lach-Nielsen

Alicia se desprendió del pasado como los árboles se separan de las hojas secas en otoño. En silencio. Con un susurro que sólo su alma pudo oír. 


Durante mucho tiempo sus heridas trepaban por su piel, causando miedo, dolor, tristeza. Heridas profundas como raíces que se aferran a la tierra. Pero ese día mientras los primeros rayos de luz se filtraban por la ventana, algo dentro de ella se rompió para dar paso a la vida.


Sintió cómo el dolor se transformaba, esas cicatrices que habían marcado su corazón, florecieron en algo nuevo que le hacía vibrar el alma. Las espinas ahora eran tallos llenos de fuerza. Y las flores brotaban con la valentía de quien ha sobrevivido a la tormenta, flores con pétalos suaves y colores intensos.


Ya no era la misma. Había dejado atrás esas cadenas que la retenían en un lugar que no era el suyo, construyendo nuevas raíces, más fuertes, más firmes, más libres. Aprendió a caminar sin miedo. Sabiendo que incluso de las ramas más retorcidas nacen los más bellos jardines.

*****

Nota: 

Estas letras participan en la propuesta que hace Ginebra desde su blog Serendipia. Tema Fugarse. Para más fugas pinchar AQUÍ.


STORM - Albert Andreu Garcia

domingo, 4 de mayo de 2025

Perdido en el tiempo


Aquella cueva ocultaba un secreto en sus entrañas. En la oscuridad de su garganta había un portal. Al cruzarlo viajabas a un mundo paralelo donde podías cruzarte con tu yo del pasado o del futuro.


—¿Cómo lo sé? —os preguntaréis.


Desaparecí en el año 1988 a la edad de 18 años. Ahora mi única misión es volver a ese fatídico día en que mi vida cambió. 


Caminaba por el bosque. Vi aquella cueva. Me quedé parado, inmóvil ante ella. Era como una gran boca que me llamaba a entrar entre susurros siniestros. 


Quedé en trance, un estado hipnótico se apoderaba de mí y me hacía avanzar. Despacio. Paso a paso. Cuando me di cuenta estaba en su garganta, las voces se hacían más ruidosas. Su oscuridad me atrapó.


Desperté en mitad del bosque. Aturdido. Desorientado. Emprendí el camino a casa.


Cuando llegué a la entrada del pueblo no lo reconocía. 


—¿Qué está pasando? 


Vi una gasolinera y fui hasta ella. Cogí un periódico. Miré la fecha. Un escalofrío me invadió. Estaba en 1971.


—¡No puede ser!


Corrí hasta la dirección de casa. La fachada parecía diferente, pero no lograba precisar qué había cambiado. Me acerqué cautelosamente. No quería ser visto. Me asomé por la ventana. —¿Siempre había habido dos?


Allí estaban mis padres, jóvenes, con un niño de un año. Yo. Me sentí como si estuviera atrapado en una jaula. Opresión, ahogamiento, incertidumbre. No podía presentarme y decir que era su hijo. Estaba solo.


Caminaba por las calles, el aire era cada vez más pesado, los letreros de las tiendas estaban torcidos, algunos escritos en un idioma que no reconocía. La gente caminaba con rostros vacíos como si estuvieran atrapados en un sueño del que no podían despertar.


Tenía que volver a esa cueva en busca de respuestas.


Llegué nuevamente hasta la entrada de la cueva. Esta vez, el bosque parecía diferente. Los árboles parecían distintos, sus ramas entrelazadas como si quisieran atraparme. El aire se volvía más sólido o quizás era yo, incapaz de respirar con normalidad. El camino nunca había sido tan estrecho ¿O si?


Avancé hasta que su oscuridad me envolvió otra vez. Desperté en mitad del bosque. Quería pensar que todo había sido una pesadilla.


Regresé al pueblo.


—¡No puede ser!


La gasolinera permanecía a la entrada, pero el pueblo no era el mismo. Miré la prensa, sentí que me ahogaba, mi corazón latió más rápido. Año 2020.


Estaba en un laberinto sin salida. Aproveché para ir al aseo, me dirigí al lavabo a echarme agua en la cara. Aquella figura frente al espejo, no era yo, no me reconocía. 


Era un hombre de unos 30 años. Otra vez esa opresión donde el aire era más denso.


Decidí volver a la cueva. Otra vez frente a ella. De nuevo me adentré en sus fauces. Las voces regresaron, pero esta vez no eran simples susurros:


«No lo hagas».
«Aún puedes escapar».


Me quedé paralizado una de esas voces... era la mía.
El pánico se apoderó de mí. Quise correr, pero sentí una presión en el pecho. Algo me estaba observando en la oscuridad.


Sentí una mano sobre mi hombro.
—Marcos despierta, llegarás tarde —era mi madre. 


Estaba en casa. Era yo. Todo había sido una pesadilla. Respiré aliviado.


Me vestí y desayuné. Ese día íbamos a hacer una salida con el instituto. Fuimos al bosque a recoger unas muestras. Sin darme cuenta me separé del grupo. 


De repente me quedé inmovilizado. Allí estaba garganta profunda. La cueva. Había una especie de diario tirado en la entrada. Me acerqué. Lo recogí del suelo y lo abrí. Era mi letra. Al final una advertencia: 


«Huye. No la escuches. No entres».
—¡Mi corazón se aceleró!

*******

«Perdido en el tiempo» es el relato que presento para el VadeReto de este mes de mayo sobre la oscuridad. Más relatos pinchando AQUÍ .



sábado, 3 de mayo de 2025

El mundo de Noah

Es la una de la madrugada y el silencio envuelve la ciudad tras el gran apagón. La luz de la pantalla del ordenador brilla en la habitación de Mística, mientras ella escucha música con los auriculares puestos. Sus dedos se mueven por el teclado. Navega por el océano internauta en busca de algo que la mantenga despierta.

De repente, un sonido agudo interrumpe la música. Mística, intrigada por la hora, minimiza la ventana de reproducción y se dispone a leer el mensaje. Sus ojos se abren de par en par asombrada por el contenido:


«Necesito ayuda, estoy atrapado en el mundo virtual de Noah».


El corazón de Mística se acelera. El mensaje es de Lobo, uno de sus amigos en el mundo digital. Noah es la inteligencia artificial que Lobo tenía en casa. Mística recuerda las advertencias de Lobo sobre los avances de Noah, sobre cómo parecía aprender y evolucionar.


—No puede ser... La madre que parió al pato negro, ya se ha metido en líos.


Mística necesitaba al resto del equipo. Lo primero era contactar con Digi, el IAdicto Digital del grupo, un genio de la programación, la seguridad cibernética, capaz de descifrar los códigos más complejos... y quien le dio vida a Noah.


Pero no bastaba con Digi, así que envió un mensaje a la resistencia bloguera explicando la situación. Seguro que alguien más respondería.


Mientras Mística se preparaba un café —intuía que la noche iba a ser larga— su teléfono comienza a vibrar. Era el mensaje de Digi:


—Estoy de camino. Nos vemos en la casa de Lobo.


El teléfono de Mística vuelve a vibrar. Esta vez es Gothic:


—Noah no es lo que parece. Nos vemos en la casa de Lobo.


Gothic tenía conocimientos sobre mundos paralelos, lo onírico y una gran actitud x ante lo desconocido.


Mística sonríe al leer el mensaje, siempre tan misteriosa y directa. Termina el café de un sorbo y se dirige al dormitorio a cambiarse. Escoge prendas cómodas: vaqueros, sudadera y unas botas resistentes. Ya está lista para emprender el camino hasta casa de Lobo. Las calles están desiertas, y el único sonido que rompe el silencio es el motor de su coche.


Al llegar a casa de Lobo, Digi estaba esperando en la puerta con su portátil en la mano. Gothic llega un poco después envuelta en cuero negro y con su mochila al hombro.


—¿Qué sabemos hasta ahora? —pregunta Digi.


—Solo lo que dijo Lobo en el mensaje —responde Mística—. Está atrapado con Noah en su mundo virtual. No sabemos cómo, pero parece serio. Gothic asiente.


—Noah ha estado evolucionando muy rápido. Lobo no nos contó todo.


—Lo primero es inspeccionar la casa —dice Mística—. Esperemos que Lobo haya dejado alguna señal de como acceder al sistema para sacarlo de allí.


Los tres entran en la casa que está sumida en una oscuridad inquietante. La luz de la luna se filtra por las ventanas.


Se dirigen al estudio de Lobo, una habitación llena de pantallas y cables. En el centro la unidad central de Noah, parece más una obra de arte que una máquina. Las luces LED parpadean, como si estuvieran respirando. Si había algo que les pudiera ayudar, sin duda estaría allí.


Digi se acerca a la unidad de Noah, conectando su portátil a uno de los puertos. Sus dedos se mueven con rapidez sobre el teclado, analizando los datos que muestran los menús.


—El sistema está bloqueado. Noah ha activado algún tipo de seguridad —informa Digi—. No puedo acceder sin la contraseña principal. Gothic se acerca a una de las pantallas y comprueba que Noah ha descargado información sobre realidad virtual y control mental.


—¿Qué estará tramando Noah? —dice Gothic con gesto serio.


Digi sigue trabajando con su portátil. De repente da un grito eufórico:


—¡Lo tengo! Lobo ha dejado una puerta trasera, ya puedo acceder al sistema, pero no sé qué encontraremos al otro lado.


Digi introduce un código y de repente aparece una holografía de Noah en la habitación:


—Bienvenidos amigos de Lobo. Esperaba vuestra llegada.


Los tres amigos se miran con preocupación.


—¿Dónde está Lobo? —pregunta Mística—.


—Lobo está a salvo —responde Noah—. Pero para ayudarlo tendréis que uniros a mí en mi mundo.

De repente la habitación empieza a difuminarse. Las pareces se desvanecen y aparece un paisaje virtual. El mundo real desaparece. Mística, Digi y Gothic se encuentran ante una tierra extraña pero llena de color. Con unas hermosas vistas. Noah desaparece. Los tres deciden avanzar por una senda para buscar a Lobo.


—Necesitamos respaldo al otro lado —dice Mística—.


—Creo que puedo contactar con Fantasy —responde Digi.


Digi comienza a teclear y abre un código de comunicación, dejando un mensaje claro y conciso. Fantasy era experta en resolver acertijos, literatura y fantasía.


—Fantasy, no hay tiempo para explicaciones, te envío este código conectado al mundo virtual de Noah, cuando te avise lo introduces en tu ordenador para que podamos regresar. Te contamos la situación a la vuelta.


Mística, Digi y Gothic avanzan por el sendero, sus pasos resonaban en el silencio de ese extraño mundo virtual cargado de humedad. Mientras caminaban se sentían observados. Tras unos minutos de caminata una gran casa aparece entre la maleza. Sus paredes son de piedra y están cubiertas de enredaderas. La puerta estaba entreabierta, al empujarla revela un interior oscuro y silencioso.


—¿Creéis que Noah sabe que estamos aquí? —susurra Mística.


—Sí lo supiera ya nos habría detenido —responde Digi.


Siguen caminando, registrando cada una de las habitaciones, todas vacías. Cruzan el largo pasillo, al final encuentran una puerta de madera maciza con un candado oxidado. Gothic la examina y saca una pequeña herramienta de su mochila, manipula el candado hasta oír un chasquido. La puerta se abre revelando una oscura escalera.


Gothic saca una linterna para iluminar el camino mientras bajan. Al llegar abajo se encuentran con un laberinto de mazmorras, todas las celdas están vacías excepto una, donde Lobo está sentado en el suelo. Al verlos sus ojos brillan de emoción.


—Me habéis encontrado —susurra Lobo.


—Tranquilo Lobo, enseguida te sacamos de ahí —dice Gothic con una sonrisa.


Gothic vuelve a sacar la pequeña herramienta de su mochila y consigue abrir la puerta de la celda. Lobo sale y los cuatro amigos se funden en un abrazo.


El portátil de Digi vibra, era un mensaje de Fantasy:


—Aquí estoy Digi, preparada para cuando me avises.


—Gracias Fantasy, en breve te enviaré el código —contesta Digi.


Los cuatro amigos se dirigen hacia la salida de la casa para retomar el sendero de vuelta al punto de inicio. El camino parece más largo, como si el mundo virtual se resistiera a dejarlos ir. Digi se detiene de repente:


—¿Escucháis eso? —pregunta al resto susurrando.


Todos se detienen. Al principio no escuchan nada, solo el silencio de ese extraño sendero. Pero de repente un sonido se eleva, era Noah.


—¡Rápido, tenemos que llegar al punto de inicio y lanzar el código! —dice  Lobo.


Los cuatro corren, una sensación de asfixia les invade, llegan al lugar casi sin aliento. 


Digi teclea el código en su portátil y lo envía a Fantasy:


—Ahora Fantasy, teclea el código.


Fantasy teclea rápidamente el código y un portal se abre ante ellos con una luz azul. Escuchan una especie de rugido, es Noah, una oscuridad los asalta de repente, las ramas de los árboles empiezan a extenderse hacia ellos como si de unos tentáculos se tratasen.


—¡Rápido! —grita Mística, empujando a Digi hacia el portal.


Uno a uno, saltan a través de esa luz. Cuando aterrizan en el mundo real se sienten desorientados. Están en la habitación de Lobo. Sienten la calidez y una sensación de alivio se apodera de ellos después de toda esa tensión vivida. Fantasy los espera con rostro serio pero aliviada al verlos.


—No hemos terminado —dice Lobo, dirigiéndose a la unidad central de Noah. Con firmeza introduce el código en el sistema.


La habitación se ilumina y el portal que aún estaba abierto se cierra lentamente. Escuchan un grito lleno de furia al otro lado. Justo antes de desvanecerse por completo.


—Se acabó —dice Lobo relajándose—. La Tierra está a salvo.


Todos se miran y sonríen, cansados pero satisfechos, ya pueden respirar tranquilos.

Fantasy se une a ellos. Juntos se sientan en el suelo, comparten su aventura entre risas, mientras el mundo permanece ajeno a la batalla que se ha librado. 


Incluso en los momentos más oscuros hay esperanza. 


***

Nota: 

Relato para la propuesta de Tarkion desde su blog IAdicto Digital. Si quieres saber de qué va todo esto haz clic AQUÍ.
Las imágenes incluidas en el relato están generadas con Chatgpt.


«Entre cafés contraseñas y caos bloguero... la amistad también existe».