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miércoles, 18 de junio de 2025

Pura adolescencia

Esther y su diario

Es hora de acostarse y Esther se acomoda entre sus sábanas de flores. Abre el cajón de su mesita y saca su diario. Es el momento de plasmar sus secretos, sus sueños.
Coge su bolígrafo, lo posa sobre sus labios, no sabe por dónde empezar. Pero pronto encuentra las palabras adecuadas.

Querido diario:
Hoy ha sido un día maravilloso. Esta mañana,  como cada día, Jaime se ha sentado junto a mí en clase de matemáticas... es tan guapo. Por un momento me he perdido en el océano de sus ojos; transmiten tanta luz, tanta bondad, que me he quedado ensimismada mirándolo. 

De repente, se ha girado y me ha devuelto la mirada. He sentido cómo me sonrojaba, el calor en mis mejillas... De nada me ha servido intentar disimular. 

Y entonces ha pasado algo que no esperaba: 

¡Me ha pedido una cita para este viernes! Iremos a la bolera. 

Por fin ha llegado ese momento tan esperado.

Esther cierra el diario con una sonrisa. No sabe si podrá dormir esta noche, pero sí que no olvidará jamás este día.

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Estas Letras Nómadas son mi aporte a la propuesta de Ginebra en su blog Serendipia. El tema propuesto es Pura adolescencia.

jueves, 12 de junio de 2025

El señor Lewy


Hay situaciones que nos atropellan, enfermedades que se enmascaran con otras y algo en tu interior te dice que hay algo más pero a la vez hay un deseo de que no sea así. Enfermedades que ni los médicos terminan de ver con certeza pero para quien observa a diario no pasa desapercibido, y tras esas caídas que parecen por la edad, o esas manías, cambios de carácter repentinos, pequeños olvidos, hay algo más.

Llega el momento de acudir a un especialista, y tus peores temores se confirman, empieza el largo camino hacia el diagnóstico, donde cada vez aparecen más síntomas, donde cada vez se hace más difícil tanto emocionalmente como físicamente.
Pero así es la vida uno no elige las situaciones que le tocan vivir, toca agarrar el toro por los cuernos y sobre todo cuidar a quien un día lo dio todo por ti.

El señor Lewy no estaba invitado, pero se instaló de ocupa en nuestras vidas y lo ha cambiado todo.

Es el tipo de demencia que padece mi madre.

El principio fue un caos, lo que peor pasé fueron las noches. Se podía llegar a levantar entre 6 o 7 veces, supuestamente para ir al aseo, pero algunas veces tan solo deambulaba por la casa, cada vez que se levantaba ella, me tenía que levantar yo, por el riesgo de caída, creo que estuve así unos 2 meses y medio, fue lo que peor llevé, no dormía, y claro, por el día trabajaba. Tenía los nervios destrozados, creo que nunca había derramado tantas lágrimas. También tenía cambios bruscos de carácter, podía pasar de su lado más dulce al más desagradable y duro en un segundo. Alucinaciones, que para ellos son muy reales, es algo que te pilla de improvisto y no sabes muy bien como lidiar al principio, yo opté por llamar a su médico y su consejo me fue muy útil. En ese momento todo era oscuridad.

Por fin llegó el momento tan deseado de la consulta con la neuróloga, por desgracia esta enfermedad es difícil de diagnosticar desde un principio ya que comparte síntomas de otras enfermedades, como Parkinson o Alzheimer. Tras dar todas mis observaciones a la especialista y todos los antecedentes familiares, había que comenzar por el principio, uno de sus síntomas más evidentes además de la parte cognitiva y de memoria era un estado de parkinsonismo, por lo tanto lo primero fue tratar este síntoma. Empezamos con tratamiento para esa enfermedad, pero en lugar de mejoría hubo un empeoramiento. Y todavía quedaba mucho para la siguiente consulta por lo que decidí ir al hospital a través de urgencias.

Afortunadamente coincidí con una médica que se tomó mucho interés tras contarle todo lo que estaba pasando, y me dio la mejor de las soluciones, ingresarla. Fue todo un acierto. Pues al estar ingresada en la planta de Neurología, y tras ver en el historial todo lo referido en la consulta, el Neurólogo que la vio en planta, lo tuvo claro, y aunque necesitaba una serie de pruebas para el diagnóstico en firme, no dudó en tratarla por DCL, demencia por cuerpos de Lewy. Ya en el hospital se notó una mejoría a los pocos días, lo más importante, se acabó el insomnio, por fin podía dormir del tirón, no os imagináis la falta que me hacía, cognitivamente la mejoría fue poco a poco. 

Nos dieron el alta médica y aunque todavía había que recorrer el camino hasta el diagnóstico definitivo, la medicación funcionaba por lo que ya era una buena señal muy esperanzadora y llena de optimismo, el sendero estaba marcado, y lo que hasta entonces era oscuridad, empezó a ser luz y color.

Tras una serie de pruebas médicas, se confirmó por fin. 

Así que tuvimos que aceptar convivir con el señor Lewy y después de dos años y medio vivimos en armonía con él.

Con esta experiencia personal, participo en el reto propuesto por el Acervo de letras, que nos plantea como tema el optimismo. Espero que vaya bien con la propuesta. Es algo que ya tenía escrito y he arreglado para este reto. Más retos aquí.
Lo siento si no es adecuado al tema. Estoy preparando un artículo sobre esta enfermedad que publicaré próximamente.

lunes, 9 de junio de 2025

Mi cuento, mis reglas: Cuento 2

El Lobo y Cenicienta

Siguiendo con mi cuento, la vida suele dar giros inesperados. Una tarde mientras ordenaba mis discos escuché un ruido extraño que venía del desván. Aunque dicen que la curiosidad mató al gato, esta me pudo, así que decidí investigar.


Al abrir la puerta del desván, me encontré con un viejo baúl cubierto de polvo. No sabía cómo había llegado allí, pero la cerradura estaba rota y lo abrí casi sin esfuerzo. Dentro, había una colección de objetos un tanto extraños: un espejo antiguo, un diario desgastado y, lo que más me llamó la atención, una capa negra con bordados plateados que brillaban débilmente a la luz.


Al tocar la capa, sentí una extraña corriente de energía recorrer mi cuerpo, como si algo despertara en mí y me atrajera. El mundo a mi alrededor parecía desvanecerse y, de repente, me encontraba en un bosque oscuro y misterioso. El aire estaba impregnado de un aroma a humedad, pero había algo más, algo mágico que me hizo sentir viva.


Mientras exploraba ese nuevo mundo, me di cuenta que no estaba sola. Había un lobo que se asemejaba al que siempre había admirado, pero este era diferente. Tenía unos ojos que brillaban transmitiendo inteligencia y un aire de misterio.


—¿Quién eres? —preguntó el lobo, acercándose con cautela, como si temiera asustarme.


—Soy Pamela, la Cenicienta gótica —respondí, sintiendo una extraña conexión con él, sentía que podía ser yo misma sin miedo a ser juzgada.


El lobo sonrió, mostrando una mezcla de comprensión y desafío.


—Este lugar es un refugio para aquellos que no encajan en el mundo que conocen. Aquí puedes ser quien realmente eres. Pero hay que pagar un precio.


Intrigada, le pregunté que quería decir. El lobo amablemente explicó que en ese bosque, los deseos se cumplen, pero a cambio, uno debe enfrentarse a sus miedos. Me sentí un poco asustada, pero emocionada a la vez.


Sin dudarlo, decidí aceptar el desafío. Con cada paso que daba, la capa me envolvía en una sensación de libertad. Era el momento de dejar atrás mis inseguridades.


Así, comencé a explorar el bosque, enfrentando criaturas que representaban mis inseguridades y mis dudas. Cada encuentro me hacía más fuerte, más decidida. Recuerdo un momento en particular, cuando me encontré con un espejo que reflejaba mis miedos: la soledad, el rechazo, el temor a no ser suficiente. En lugar de huir, enfrenté mi reflejo, y al hacerlo, sentí que una parte de mí se liberaba.


El lobo, siempre a mi lado, me animaba con su presencia. A veces me contaba historias de su propia vida, de como había sido rechazado por ser diferente, y eso me hacía sentir menos sola. El lobo se convirtió en mi aliado, guiándome y protegiéndome.


Finalmente, llegué a un claro donde se hallaba un viejo castillo, cubierto de hiedra y una atmósfera de misterio. Sabía que dentro de esos muros se encontraba la clave para transformar mi vida. Aquél sería mi mayor desafío: enfrentarme a mis propios demonios.


Al entrar al castillo, mi corazón latía con fuerza. Las paredes estaban llenas de ecos, recuerdos de quienes habían estado allí antes que yo. Me detuve un momento, respiré hondo, y recordé todas las veces que había sentido que no encajaba, todas las veces que había deseado ser aceptada.


Con el lobo a mi lado, me enfrenté a las sombras de mi pasado. Cada paso que daba me acercaba más a la verdad. Así comprendí que no necesitaba ser perfecta, tan solo necesitaba ser auténtica. Y así fue como reclamé mi lugar, mi historia. 


Ya no era Cenicienta gótica, a partir de entonces sería Caperucita gótica, y mi historia con el lobo no había hecho nada más que empezar.


Colorín, colorado... el final aún no ha llegado.