Esta semana la convocatoria corre a cargo de Monica, el tema para el relato es la "improvisación", en su blog "Neogeminis" podéis encontrar los relatos participantes. Aquí dejo mi aportación, un saludo.
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A veces mis días parecen que están escritos como el guion de una película, ese día algo cambió.
Como cada mañana tome mi café mientras leía las noticias y me dispuse a salir a trabajar, siempre tomaba la misma carretera, era la más directa pero ese día al llegar a la rotonda, un aviso: ATENCIÓN TRAMO EN OBRAS. La carretera estaba cortada, "lo que faltaba", pensé. Había que improvisar un camino alternativo, con lo poco que me gustaba salirme de mi guion, siempre que lo hacía algo salía mal.
Decidí tomar la vía de servicio que quedaba a la derecha para evitar dar la vuelta y el consiguiente rodeo, era una carretera estrecha y en mal estado, pero bueno solo eran 6 km. hasta llegar a la autovía. Comencé a avanzar por esa vía de mala muerte, cuando de repente... Clock, un ruido extraño y el coche se detuvo en seco.
"Esto no puede estar pasando", intenté arrancar pero no había manera, así que cogí el bolso y busqué mi móvil para pedir ayuda, no lo encontraba por ninguna parte, me lo había dejado en casa y la posibilidad de que otro vehículo pasara por esa maltrecha vía era casi nula. Había una gasolinera más adelante, no me quedaba otra que caminar.
Comencé a caminar y al cabo de un rato se me rompió un tacón, lo que provocó una torcedura de tobillo, la consiguiente caída y como no, un agujero en mis leggins, decididamente no era mi día. Me levanté del suelo, me quité los zapatos y seguí caminando hasta la gasolinera como pude.
- ¡Por fin llegué!
Entré, zapatos en mano, cojeando, leggins rotos, iba hecha un cristo. Le conté a la chica lo que me había pasado y si me dejaba usar el teléfono para llamar a un taller que pudiera recoger mi coche. De repente parece que mi suerte cambió, justo paraba en el surtidor una grúa, la chica de la gasolinera conocía al mecánico y le preguntó si podía ayudarme.
Se acercaron los dos y me lo presentó, se llamaba Miguel y tenía unos maravillosos ojos verdes.
Miguel me llevó hasta el coche, antes de remolcarlo abrió el capó y vio un cable suelto, lo puso bien e intentó arrancarlo, el coche arrancó a la primera, me sentí aliviada y agradecida. Le pregunté cuanto le debía.
- Nada, ha sido una bonita coincidencia, toma mi tarjeta, por si te vuelves a ver en un aprieto, puedes llamarme a cualquier hora... dijo Miguel.
Cogí la tarjeta y en el reverso una nota... "Te recojo a las 21 h para cenar, no admito un no como respuesta". Sonreí un tanto ruborizada, nos miramos por un momento fijamente.
- Encantada de cenar contigo, recógeme en esta dirección.
Nos despedimos con un beso en la mejilla. Al final parece que improvisar no está tan mal.
Dakota©